Zootrópolis: ¿ingeniería social para todos los públicos?

Zootropolis

El pasado 12 de febrero llegó a los cines un nuevo clásico de la factoría Disney. ‘Zootrópolis‘ supone la nueva apuesta de la productora estadounidense para el público infantil. El largometraje, que cuenta con profesionales como John Lasseter a su espalda, ahonda en los géneros de comedia y aventura. Asimismo, personalidades como el actor Idris Elba o Shakira contribuyen con sendos papeles en la trama. Se estima que generará una recaudación aproximada a los 39 millones de dólares.

Este nuevo registro de la tan conocida fábrica de sueños propone una nueva vuelta de tuerca a los preceptos de la animación. El guion es sencillo y se desarrolla en una ciudad llamada Zootopia. En ella conviven por igual todos los mamíferos habidos y por haber. Tras la llegada a la idílica metrópolis animal de la oficial Judy Hopps, se introduce un nudo ciertamente previsible en la historia. Para demostrar su valía profesional, decide aceptar un caso que la llevará a lidiar con lo más variopinto de Zootopia.

Se presenta al espectador un largometraje repleto de humor y con influencias de grandes títulos de acción. Las situaciones disparatadas se suceden y hacen la delicia de los más pequeños. Mientras tanto, el adulto se percata de que también la película tiene un mensaje para él. No es complicado percibir la incitación a seguir la sempiterna receta de Disney: persecución de sueños y perseverancia en las metas a alcanzar. Claro está, resulta una misiva conveniente para el colectivo infantil, el principal receptor de Zootrópolis.

Sin embargo, el padre o madre puede aprehender otra intención de la productora, quizá, no tan explícita. Cuestiones sobre multiculturalidad y racismo son tratadas a lo largo del metraje. Zootopia es una ciudad en la que conviven mamíferos de todos los tamaños y colores en aparente armonía. Como si de un férreo axioma se tratase, las críticas a este modelo son escasas. No en vano, cualquier síntoma de disconformidad es ignorado al momento. La película da buena cuenta de ello.

Sirva esto no con ánimo de dar preferencia a cualquier ideología o interés político. Lo único que se alcanzaría sería un debate pueril sin principio ni final. Es realmente preocupante la exposición por parte de los jóvenes a estímulos aparentemente interesados. La sociedad occidental experimenta una etapa convulsa en todos sus aspectos. Las estructuras sociales varían y son sometidas a una interesante metamorfosis. Este fenómeno, actual y determinante, debe abordarse desde un prisma aséptico y contrario a apegos ideológicos.

Como preconizó Edward Bernays en su día, se anhela un consenso generalizado que no dé pie a disidencias al margen de la hoja de ruta marcada. El estreno coincide, además, con el drama del flujo migratorio procedente de países como Siria tan en boga actualmente. Lo cual puede discernirse oportunista para unos y necesario para otros.

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Zootrópolis‘ supone uno de los muchos ejercicios de ingeniería social a los que se ven sometidos los niños en su cotidianidad. La cultura de masas que reina en esos catalizadores de última generación tan codiciados mantiene bien provista a la población. Por supuesto, educarla parece necesario para su formación. No así la sobreexposición continua a ciertos acicates como los vistos en la película. Se requiere de objetividad y carácter crítico para ejercer una labor plena y constructiva. Relevar ese cometido a las grandes productoras es una clara derrota en nuestra labor como responsables o futuros padres.

Al margen de lo expuesto, la película cumple con su cometido como entretenimiento para los más pequeños. No en vano, cuenta con las batutas de Byron Howard y Rich Moore. Partícipes en proyectos como ‘Bolt‘ y ‘The Simpsons: The Movie‘, respectivamente. A ello ha de sumarse la más que correcta actuación musical de la mano de Michael Giacchino, amén del nuevo tema de Shakira ‘Try Everything’ como reclamo promocional. En resumen, 108 minutos de divertimento para toda la familia.

No por ello debemos de aislar a los más pequeños en un afán de proteccionismo frente a influencias externas como esta. Sí se consideraría correcto reflexionar sobre el presente y futuro del cine de animación. La delgada línea entre el mero entretenimiento y el adoctrinamiento discreto desea parecer difusa en el grueso de los casos. En estos casos, el análisis concienzudo y la posterior denuncia son buenas alternativas. El tiempo dirá si se trata de una distracción responsable o de un vicio a controlar como la comida rápida o el tabaco.

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