Al autor honesto se le suele denominar polémico, mientras que el fraude creativo se aplaude por sus mensajes políticamente correctos y su optimismo de libro barato de autoayuda. Frente a los que adormecen a la masa, Michel Houellebecq derriba los principios incontrovertibles impuestos como herramienta de alienación. En el campo cinematográfico, Houellebecq no solo ha sido adaptado, sino que ha supuesto una fuente de inspiración para creaciones nuevas y ha influido con su presencia en el significado último del filme.
9 songs (2004)
Nueve canciones para contarnos la relación de una pareja. No es en sí misma una versión de una obra de Houellebecq. Es algo más, mucho más profundo y complejo. Es el arte que inspiró a Michael Winterbottom la lectura de Plataforma.
La novela del autor francés, con el que el cineasta tuvo un contacto previo a la producción del filme, no existe en este caso como esquema narrativo, algo que sí sucede en la siguiente propuesta, sino como esencia. Se hace presente en el filme como un impulso intelectual, generando un nuevo instinto para el creador, adhiriéndose a él como si fuera una pulsión innata.
Las partículas elementales (2006)
Elementarteilchen, de Oskar Roehler, sigue, en principio, la tradición de una adaptación literaria. Sin embargo, cualquiera que haya visto la película habrá notado, además de un cambio en varios pasajes del libro original, una profunda modificación en el tono y el discurso. En parte, se obvian algunas de las líneas de pensamiento de Houellebecq.
A pesar de las críticas que esto supuso entre los seguidores acérrimos del autor, deberíamos pensar que Houellebecq influye de un modo tan relevante en las cuestiones políticas, sociales y existenciales del ser humano porque pone en duda estamentos intocables de la actualidad. Por eso, si rechazamos dogmatismos de cualquier clase, nos podremos sentir libres para aplaudir a Roehler y Houellebecq por igual tras disfrutar de esta adaptación.
La posibilidad de una isla (2008)
Por alguna razón que no alcanzo a comprender, La posibilidad de una isla no se proyecta diariamente en museos de todo el mundo. Al contrario, se ha marginado y ocultado, y lo poco que se puede leer de ella es una mera sinopsis que ni siquiera corresponde a la película en sí.
Estamos de nuevo ante una adaptación (parcial) de una novela, pero en esta ocasión el escritor se pone también detrás de la cámara para filmar algunos de los hechos que allí suceden y eliminar sin reparos una parte completa de la obra. Houellebecq demuestra un buen manejo del lenguaje cinematográfico y genera una nueva historia desde uno de los puntos de vista que ha creado anteriormente. Es una decisión honesta y, viendo el resultado del proyecto, acertada.
El secuestro de Michel Houellebecq (2014)
Aquí hablamos de una de las colaboraciones entre Houellebecq y el cineasta Guillaume Nicloux. El director genera un espacio donde se mezclan, y a veces impactan directamente, una narración preestablecida y las reflexiones del escritor.
Es muy fina la línea que las separa, por lo que el espectador hará bien si, en vez de tratar de averiguar qué es cierto y qué no, se deja llevar por el conjunto que ambas crean. Director y protagonista consiguen llevar la situación al límite diciendo siempre la verdad, porque al final la ficción es eso, una verdad que representa una mentira: la realidad que experimentamos.
Saint Amour (2016)
En este viaje regado por vino, como su título puede hacernos sospechar, la participación de Houellebecq es breve en el tiempo, pero se recuerda durante toda la película. El escritor protagoniza solo uno de los muchos extraños momentos a los que se enfrentan (o provocan) Gérard Depardieu y Benoît Poelvoorde, acompañados por Vincent Lacoste.
Las películas de Benoît Delépine y Gustave Kervern se enriquecen gracias a su apuesta por actores, como es el propio Depardieu, que van más allá de la propia interpretación, convirtiéndose en verdaderos autores del filme. Por eso, Houellebecq, que ya había participado con ellos, encuentra también en su cine un modo de crear.