El Resplandor y sus co-autores

El resplandor

«El espectador activo es aquel que sabe que la historia no acaba cuando terminan los créditos y se prenden las luces, sino que hay mucho más que debe ser reconstruido y repensado para terminar de entender lo que propone la película»

Julio Cortázar concebía a dos tipos de lectores: el lector hembra, que tiene una actitud más bien pasiva, que disfruta de lecturas fáciles sin que queden cabos sueltos en la historia, y al lector macho, que adopta un rol activo a la hora de leer. Éste último actuaría casi como co-autor del texto, que disfruta de una lectura más compleja y laberíntica, que entiende a la obra como una red que está abierta para infinitas interpretaciones.

Más allá de la denominación machista que Cortázar empleó para definir a los tipos de lectores, es bastante acertada para entender cómo funcionan las actitudes a la hora de leer libros o, en este caso, mirar películas.

Hay espectadores pasivos, que disfrutan de películas con un principio y final claro, con la pretensión de que la historia se agote durante el tiempo que dure la cinta, sin poner demasiado esfuerzo en buscar interpretaciones que no estén en la superficie porque lo único que buscan es escapar de la realidad por un par de horas. Para ellos, el cine no es más que otra forma de entretenimiento.

Por otro lado, también existen espectadores que entienden a la película como la punta de un iceberg. Deben indagar para entender qué se quiso contar, qué está oculto y debe ser desenterrado por aquel que se disponga a hacerlo. El espectador activo es aquel que sabe que la historia no acaba cuando terminan los créditos y se prenden las luces, sino que hay mucho más que debe ser reconstruido y repensado para terminar de entender lo que propone la película.

El Resplandor de Stanley Kubrick da cátedra sobre cómo interpelar a este último tipo de espectador. Aparentemente, puede parecer una película lenta, un poco aburrida pero visualmente atractiva con actuaciones excepcionales. Sin embargo, creo que hay algo en lo que muchos podemos coincidir: deja más cabos sueltos que conclusiones al final. Y, frente a esto, no tenemos más alternativa que convertirnos en co-autores de la historia para poder completarla.

Hay muchos interrogantes que surgen cuando se termina de ver la película, así como también existen muchos sobreentendidos. Si bien hay un libro que sirvió de inspiración para la creación de la cinta, la obra debe entenderse por sí sola. De nada sirve remitirnos al libro para entender lo que sucede en el film, porque estamos ante el pasaje de un lenguaje a otro. Lo que funciona en la literatura a veces no sirve en el cine, y viceversa.

Entonces, sabemos que a Jack le afectó profundamente el hotel, y suponemos que esa es la razón por la cual enloqueció aunque no tenemos ninguna certeza de que haya sido así. ¿Cómo sabemos que Jack no estaba perturbado desde el comienzo? ¿Cómo sabemos que cuando lastimó a Danny, además de estar bajo los efectos del alcohol, no estaba siendo controlado por una emoción desbordada? Simplemente no lo sabemos.

¿Por qué aparece una persona disfrazada de oso en una habitación? ¿Qué simboliza? ¿Por qué aparece Jack en una fotografía de 1921 en el hotel cuando suponemos que la historia transcurre durante los setenta? Y así es como empezamos a indagar, a buscar y especular acerca de todas estas cuestiones que aparentemente no tienen explicación. Pero esto no es más que una sensación, porque sí nos presentan las respuestas. Están ocultas en sutilezas y a disposición de todo aquel que quiera emprender la búsqueda.

Más allá de ser técnicamente maravillosa también triunfa en despertar al espectador. No es un error ni un punto flojo de la película que existan temas que nunca se expliquen ni que no tengan relación entre sí, sino todo lo contrario. Te interpela, te habla, te dice que prestes atención y que ayudes a co-escribir mientras llenas los vacíos. El cine no es solo una distracción, sino que es una manera de contar historias que requieren de participación activa. Ninguna interpretación es correcta ni incorrecta. Las obras están naturalmente abiertas a toda lectura, y cualquiera es potencialmente válida cuando nos encontramos frente a películas crípticas. No basta con sentarnos a disfrutar y apagar el cerebro un rato, porque hay cintas que nos obligan a salir de la sumisión frente a la pantalla para ir más allá.

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Micaela Gallo

Estudiante de Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires. Me gusta el cine, Van Gogh, escribir y Nueva York. Soy bastante simple: si no estoy mirando películas es porque estoy hablando sobre ellas.

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