EL TELEVISIVO HOWARD BEALE

Análisis de la película Network: Un mundo implacable, de Sidney Lumet, 1976.

La televisión siempre ha jugado un papel muy importante en nuestras vidas, a veces nos despertamos con ella y casi siempre nos acostamos en su compañía. Pero, ¿qué pasa cuándo los famosos de la televisión se creen dioses del Olimpo? La película Network: Un mundo implacable nos cuenta la historia de uno de esos profetas de nuestros días, Howard Beale. Claro que esta obra maestra de los setenta del pasado siglo se adelantó a su tiempo.

¿Qué fue lo qué le llevo a Sidney Lumet a ser un auténtico visionario con esta película?, ¿el público la entendió? El caso de Howard Beale es un caso muy peculiar: no nos damos cuenta que esa fama sólo dura quince minutos y cuando se acaba ese tiempo sólo hay un vacío total.

La realidad de Howard Beale, un periodista que juega constantemente a matarse en directo una y otra vez. No le importa su futuro y actúa con cinismo, puesto que nuestro protagonista trata de ser el espejo de las personas que se quieren hacer famosas y les da igual el cómo y el cuándo. Así, Howard Beale deja de lado el periodismo y las noticias para llegar a ser sólo un profeta dentro de la televisión.



¿Quién hace de la televisión algo imprescindible?

La caja tonta fue la verdadera revolución del siglo pasado porque cambió el pensamiento del mundo llevándolo a la modernidad. Si miramos la retrospectiva del siglo pasado nos daremos cuenta de que todo gira entorno a lo visual, que los cambios sociales tienen su propia imagen y hasta la vida tiene su propia imagen dentro de la televisión.

Network: Un mundo implacable es una de las primeras películas que nos acerca a la mafia televisiva, mostrándonos que los directivos de las cadenas son capaces de todo para conseguir más audiencia que la competencia. Con ello, abultan su negocio millonario. Hoy todo el mundo puede dar su opinión sobre diversos temas gracias a la caja tonta, pero es el mismo aparato el que nos hace no pensar por nosotros mismos.

Pero, parece que hoy por hoy no concebimos una vida sin televisión. ¿Será el invento más importante de la humanidad dentro de lo que llamamos contemporaneidad? ¿O es un invento más que puede quedarse anticuado con el paso del tiempo? En la actualidad, mucha gente sueña con una popularidad de quince minutos al salir en algún programa de televisión de máxima audiencia. De esta manera, pasa de ser un mero espectador a ser protagonista, y este es el germen de una sociedad que cada vez está más desconectada de la realidad, atontada por el espejismo de la fama y el éxito.

Network: Un mundo implacable nos muestra como funciona el negocio por dentro y las venganzas televisivas de los directivos. Tal vez la cabeza de turco sea Howard Beale, que pasa de ser un respetado periodista a un elegido profeta televisivo que combate contra lo que él cree que es poder. Y, como todos los visionarios, al final acaba desapareciendo en las tinieblas de la programación.



¿Es tan importante ser popular si estas en el negocio de la televisión?

Dentro del mundo de la televisión todo es diferente. No es un cuento de hadas ni son los quince minutos de fama. La humanidad parece que ahora necesita estímulos para ser reconocido y eso siempre es un error. Por eso esta película trata de analizarnos para colocar nuestra ficha dentro del tablero: Howard Beale es un arquetipo de la locura, pero dentro de esa locura también hay un hilillo de esperanza que nos hace perdonar al profeta.

Este protagonista es un diseño de la televisión: inventa el peor final posible y así, con esta premisa, sube la audiencia. Con un todo vale los números de espectadores en la caja tonta, explotan el morbo a su beneficio. Network: Un mundo implacable trata de un periodista medio caído en el olvido que, de la noche a la mañana, renace y lo hace convertido en un engaño televisivo. Claro que el espectador es sólo espectador y está en su legítimo derecho de imaginarse protagonista. Y en todo caso, ¿protagonista de qué? ¿Cuál es la historia? ¿Dónde empieza y dónde acaba? Y, ¿por qué la mayoría de la gente tiene tantas ganas de sus quince minutos de fama?

Howard Beale es el personaje de nuestros días: La fama efímera llena de trampas. Así, la gente quiere experimentar esa sensación en sus propias carnes para ser marionetas de quien ejerce el poder en el medio televisivo.

Hoy la gente vive en un vacío espiritual, pero ese vacío siempre lo llenan los programas de televisión. Trata de ser un refugio para evadirse de la soledad, y con frecuencia, nos acostumbra a sus reglas de política televisiva más que al interés común. Y, por esta razón, no permite que reflexionemos por nosotros mismos. Ahí es donde puede situarse la película que estamos tratando. Conocer de primera mano, cómo alguien puede perder hasta la cabeza por los quince minutos de fama televisiva.



¿Por qué Network: Un mundo implacable es un verdadero clásico para entender la magia que nos da la televisión?

Cada obra maestra cinematográfica tiene esa dosis de sencillez que engancha a los cinéfilos de todo el mundo. Estas obras maestras nos hacen entender por qué necesitamos el cine en la vida. Y cuando una obra maestra, como la película que tratamos, indaga en un mundo que para nosotros es tan conocido como desconocido, su planteamiento tiene ya esa impronta universal.

Network: Un mundo implacable es un punto y aparte en el prodigioso arte cinematográfico reivindicativo. Pone en tela de juicio al medio, a las audiencias, a los telespectadores que pasan sus horas muertas viendo programas. Y, ¿hasta qué punto este poder televisivo es didáctico? Claro que la televisión puede enseñar pero también puede incultivar. La gente deja su dignidad por un minuto de fama, una fama que se encuentra muy lejos de nuestra propia realidad.

La realidad no se encuentra soñando que salimos en la televisión. No somos predicadores de un futuro de plastilina. Quizá, esa puede ser la realidad de la gente adormilada. ¿Cuál es su coste? El primer castigo es que pierdes el anonimato, aunque sigues siendo un tú oprimido con un futuro neblinoso.



¿Dónde se encuentra la realidad de la humanidad dentro de la pequeña pantalla?

Todos sabemos que la pequeña pantalla llega a engañar. Pero, somos verdaderamente conscientes de cuál es su repercusión dentro de nosotros mismos, y hasta qué punto puede llegar su poder. Para ser verdaderamente conscientes de estas cuestiones, debemos escarbar un poco en la película que estamos analizando para tratar de entender el mundo televisivo donde casi todo es un espejismo.

Howard Beale (Peter Finch) es un presentador veterano que pasa por su peor momento en audiencia televisiva. Por este motivo es despedido de su trabajo pero antes de irse anuncia que se suicidará en directo. Este hecho provoca que suba su audiencia haciendo que Howard Beale se convierta en un profeta de la televisión. Debido al éxito, la cadena le da otro programa de televisión con mucha audiencia.

Pero, ¿qué sucede cuándo los focos se apagan y los presentadores llegan a sus casas? ¿Todavía siguen siendo bestias televisivas o se convierten por arte de magia en personas de carne y hueso? Eso pertenece a un capítulo que nunca podremos conocer del todo. Esta gran película nos da pistas de lo que sucede dentro y fuera del medio; Howard Beale es un precursor de la vida televisiva, y dentro del cine hay un antes y un después de Network: Un mundo implacable porque nos fuerza a pensar sobre la fama, sobre dónde puede llegar y sobre adquirir un reconocimiento por la vía fácil. Pero, este personaje es más que eso, nuestro predicador de nuestros días trata de permanecer dentro de la televisión sólo para seguir con vida.



¿Hay vida después de la televisión?

Es la gran pregunta para alguien popular, pero esa popularidad muchas veces es una mentira. Entonces, Howard Beale es el mayor ejemplo cinematográfico para respondernos y para saber que no todo es de color de rosa.

La verdad es que dejas de ser anónimo para convertirte en un simple robot del medio, la comunicación ya no la ves como algo dentro de tu vida sino como un monstruo que te devora poco a poco. Aquí se plantea otra pregunta: ¿Merece la pena perder tu anonimato por la fama de quince minutos? Todo lo que sube acaba bajando. Y cuando te golpea, muy poca gente se levanta. Es un mundo implacable. La caja tonta te puede llevar a la ruina moral perdiendo tu propia personalidad. Con el tiempo te das cuenta del espejismo de la fama. Todo el mundo te adoraba porque salías por la televisión y te veían millones de personas. Hubo un tiempo en que eras el amo de todas las salsas pero ahora ya no eres nadie. Howard Beale acabo siendo nadie metido en el circuito televisivo. Por eso, las películas como esta obra maestra pueden indicar la salida del bucle del reconocimiento más o menos temporal.

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1 comment

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  1. carmen lafuente 31 marzo, 2020 at 13:41 Responder

    Extraordinaria crítica de un film que como bien dices se adelanta a lo que el mundo de las ondas televisivas llegará a ser. La televisión influye en el pensamiento de las masas y las cadenas regentadas por corporaciones avidas de poder y riqueza las manejan a su antojo y les dan bazofia (como en su día el circo romano) para sumirlas en la ignorancia e incorporarlas en la defensa de sus intereses.
    De nuevo mi enhorabuena Jorge por tu buen hacer.
    Un fuerte abrazo.

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