Godzilla: rey de los monstruos es una película infantil en el mejor sentido de la palabra. Una película que evoca la fascinación de un niño por la fantasía, por la imaginación, por lo imposible.
Un volcán estalla. De las profundidades de la montaña de fuego, surge una bestia alada. El tamaño de la criatura es gargantuesco y su piel está envuelta en llamas, como una cruel parodia del Ave Fénix. El cielo se vuelve carmesí.
Libre de su prisión de magma, la bestia sobrevuela una ciudad. Solo el batir de sus inmensas alas es una fuerza de destrucción imparable. Caen edificios centenarios. Mueren miles de hombres.
Entretanto, una nueva abominación llega desde el este. Pero no es un salvador, sino un heraldo de caos. Un enemigo jurado de la humanidad, mucho más peligroso que el ave de fuego. Un dragón tricéfalo, capaz de provocar tempestades con su mera presencia. Sus escamas parecen de oro puro y su mirada contiene un odio infinito, forjado a lo largo de muchos siglos. Parece un ser proveniente de los abismos inexplorados del mismísimo infierno… pero su origen está lejos, muy lejos, más allá de las estrellas.
Ambas criaturas combaten, ante la atónita mirada de los seres humanos. Nosotros, tan pequeños, tan insignificantes, solo podemos rezar.
Y entonces llega un dios, aunque quizás no el dios que algunos esperaban.
Godzilla surge de las aguas. Un coloso de escamas grises, cuyas pisadas retumban en todos los rincones de la Tierra. Depredador de depredadores. Campeón del orden natural. Un verdadero rey.
Es muy fácil ver una película de monstruos y no tomársela en serio. Es muy fácil reírse de los disfraces de goma de Eiji Tsuburaya e incluso de de las maravillosas creaciones de Ray Harryhausen. Es muy fácil encontrar fallos en el funcionamiento de ciertos elementos de ciencia ficción. Si los efectos especiales son buenos y los actores se toman en serio su trabajo, es muy fácil tratar ciertas historias, sencillamente, de “disparate”.
Es muy fácil perder el sentido de la maravilla y es muy difícil recuperarlo.
Michael Dougherty posee un innegable sentido de la maravilla. Ama a todas estas criaturas, sus orígenes y su significado y quiere que todos los espectadores compartamos ese amor. El director conoce bien a Rodan, a Mothra, a King Ghidorah y, por supuesto, a Godzilla, y quiere que nosotros también les conozcamos y nos tomemos una caña con ellos en el bar.
Pero esto no trata únicamente de los cuatro monstruos protagonistas. En el filme se descubre un conocimiento profundo del cine de ciencia ficción americano de los años 50, del cine de Amblin de los 80 e incluso de los “Saturday Morning Cartoons” de Hanna Barbera. Evidentemente el ingrediente que más abunda es el Kaiju–Eiga de los 60 (de dónde se extrae buena parte del argumento). También hay mucho de la literatura pulp, de Robert E. Howard, de Clark Ashton Smith y de H.P. Lovecraft.
Michael Dougherty posee un innegable sentido de la maravilla. Ama a todas estas criaturas, sus orígenes y su significado y quiere que todos los espectadores compartamos ese amor.
Esto tampoco trata de la destrucción sin sentido de ciudades. Se incluye un muy necesario mensaje ecologista, que, aunque parece un tanto “New Age”, resulta hoy más relevante que nunca. Ya lo decía la canción de Blue Oyster Cult: la historia muestra una y otra vez como la naturaleza señala la necedad de los hombres.
Todas estas referencias se han buscado, se han estudiado, se han exprimido y se han sintetizado en dos horas de absoluta diversión. Hay muchísima acción, muchísimo sentido del humor y un buen número de sacrificios heroicos.
Godzilla: rey de los monstruos es una película infantil en el mejor sentido de la palabra. Una película que evoca la fascinación de un niño por la fantasía, por la imaginación, por lo imposible. En este contexto “el monstruo” no es un elemento ajeno a la naturaleza, sino parte fundamental de ella, un ser admirable y majestuoso. Cada plano nos retrotrae a un mundo diferente. Un mundo más sencillo y, a la vez, lleno de misterios inexplicables. Con los ojos muy abiertos asistiremos al renacer de Mothra y visitaremos las ruinas de una ciudad sumergida. Veremos con nuestros propios ojos formidables combates, y buscaremos refugio ante la posibilidad de que un titán siga nuestros pasos.
El relato no es realista ni pretende serlo, porque se trata de un cuento de hadas, repleto de bellas y coloridas imágenes (acompañadas por una no menos perfecta banda sonora de Bear McCreary). No se trata de “lo que ocurre” sino de “cómo ocurre” y de las sensaciones que se despiertan en nuestro “yo” infantil.
Voy a aprovechar este espacio para comentar que ha sido una mañana desastrosa. He dormido mal. Me he confundido de hora y he creído que la película era a las 11 cuando en el email decía claramente que empezaba a las 10. Menos mal que me gusta ir con tiempo a los sitios, y solo me he perdido los primeros 6 minutos. Más tarde me he peleado con un señor. Y cuando ya estaba volviendo a casa en el metro, me he dado cuenta que había perdido mi agenda. Porque sí, aún uso agenda. He tenido que volver al cine, pedir disculpas y regresar al metro, esta vez habiendo picado un viaje de más y estando sudoroso y con las rodillas destrozadas (hay una cuesta bastante desagradable en la zona).
Esto es la vida real. Esto es el día a día. Esto es lo que somos. No solo yo, sino todos los seres humanos. Seres muy pequeños, siempre preocupados y siempre impacientes. Nos han arrojado a un mundo muy grande y muy difícil de entender y sobrevivimos como podemos sin más propósito que el de respirar un día más. Por eso necesitamos la fantasía. Por eso necesitamos monstruos en nuestras vidas, universos nuevos, ajenos y sorprendentes, mitos y leyendas. Como bien decía Tolkien, no hay que confundir la huida del desertor con la fuga del prisionero.
Dougherty nos ofrece la mano para que entremos con él en un mundo mágico. Un mundo que todos hemos visitado y donde hemos sido felices, pero que algunos se han empeñado en dejar abandonado. Está en nuestras manos asentir con la cabeza, esbozar una sonrisa y cruzar el umbral.
Yo he cruzado ese umbral y os digo que me gusta lo que había al otro lado. Puede que otros, al llegar, no vean nada. Si es así, lo siento mucho. Yo he conocido a demonios temibles, aguerridos exploradores, a una diosa surgida de una catarata y a un rey magnífico al que todos temían y respetaban.
Sólo me queda, por tanto, una última cosa por decir: larga vida al rey.
Sinopsis «Godzilla: Rey de los Monstruos» sigue los heroícos esfuerzos de los criptozoólogos de la agencia Monarch mientras tratan de enfrentrarse contra un grupo de enormes monstruos, incluyendo el propio Godzilla.
País Estados Unidos
Dirección Michael Dougherty
Guion Michael Dougherty, Zach Shields
Música Bear McCreary
Fotografía Lawrence Sher
Reparto Millie Bobby Brown, Kyle Chandler, Vera Farmiga, Bradley Whitford, Charles Dance, Thomas Middleditch, Sally Hawkins, Aisha Hinds, Ken Watanabe, Randy Havens, Anthony Ramos
Género Ciencia ficción
Duración 131 min.
Título original Godzilla: King of the Monsters
Estreno 21/06/2019