Mujercitas: la feminidad a través de sus personajes

La libertad y el amor son los grandes protagonistas del relato en una sociedad donde no existían apenas ninguna de las dos.

Muchos afirman que estamos ante la cuarta oleada feminista, que son muchas las mujeres y, algunos hombres, los que luchan por la igualdad y la destrucción de la discriminación en cualquiera de sus formas hacia la mujer. Muchos jóvenes, y no tan jóvenes, creen que el feminismo es algo novedoso de nuestros tiempos.

Pero, en pleno siglo XIX Louisa May Alcott mostraba a un personaje femenino empoderado y abanderado de los valores del feminismo en Mujercitas. Este año ha llegado a los cines la adaptación de la obra literaria, de mano de Greta Gerwig (Lady Bird).

En la obra se reflejan los distintos tipos de feminidad, todos aceptables. Jo (Saoirse Ronan), la hermana mayor de los March y reflejo de la propia Alcott, es una mujer que lucha por su talento en una época en la que el mayor éxito era casarse con un hombre adinerado. Ella demuestra que las mujeres pueden, aunque cueste sacrificios como renunciar al “amor”, ganar su propio hueco en una sociedad profundamente patriarcal. “Amar la libertad por encima de todas las cosas”, es lo que convierte a Jo en una heroína de sí misma que consigue sus sueños y logros profesionales.

La conducta de otra de las hermanas, Amy (Florence Pugh), es la imagen de la aceptación de la frustración por ser mujer, la asimilación de la supeditación a un hombre con poder adquisitivo. Amy envidia la valentía y la capacidad de Jo por resistirse a asumir lo impuesto por la sociedad. Este personaje está marcado por los celos y el fracaso, que son consecuencia de conformarse con lo impuesto y lo normativo.

Aprender de nuestras antecesoras para construir un futuro es indispensable en la actual sociedad del olvido y la instantaneidad.

El estereotipo de mujer dedicada a su belleza y con predisposición al matrimonio es encarnado por la segunda de las hermanas March, Meg (Emma Watson). No cumple con los preceptos de la sociedad porque no acaba casándose con un hombre rico, entendiendo el matrimonio como acuerdo económico; pero, al contrario que su hermana Jo, aspira a encontrar su felicidad a través del casamiento. En su caso, es la idealización del amor y, no el dinero, lo que le mueve a forjar su vida en torno a la familia.

La libertad y el amor son los grandes protagonistas del relato en una sociedad donde no existían apenas ninguna de las dos. Sin embargo, precisamente esa falta de estos componentes tan ansiados por todo ser humano es lo que convirtió a Mujercitas en un libro aclamado en sus tiempos, pero también lo que hizo que Alcott y Jo tuvieran que modificar su final (se trata de un metalibro). En Estados Unidos, que acababa de salir de la Guerra de Secesión, la gente no deseaba leer historias moralizantes o un final donde la protagonista acaba sola, todos queremos finales felices (o el concepto que tenemos de felicidad).

Jo acaba encontrando el amor con un crítico a sabiendas de que cansándose, en ese momento, cedería parte de su libertad. Finalmente, triunfa el amor y deja atrás la libertad y el éxito que podría cosechar ella sola, el que realmente consigue con la publicación de su libro y la fundación de una escuela. Afortunadamente, esta historia del siglo XIX ya no es una realidad –o al menos no tan extrema-, no se escoge entre amor o libertad, o entre dinero o amor; sino que el amor tiene componente de libertad y la libertad personal puede conducir a la consecución del éxito profesional.

Las mujeres valientes como Jo son aquellas que con el transcurso del tiempo han conformado una sociedad más igualitaria y más libre. La obra de Acott y la adaptación al cine de Greta Gerwig nos acercan al pasado para valorar lo que muchas sacrificaron para las posteriores generaciones. Aprender de nuestras antecesoras para construir un futuro es indispensable en la actual sociedad del olvido y la instantaneidad.

Share this post

No existen comentarios

Añade el tuyo