La mujer de la montaña (2018) – Crítica – Actual 2019

«La mujer de la montaña es una carta melancólica y agradecida a un planeta que nos lo ha dado todo (la vida, para empezar) y al que hemos dado la espalda y deformado hasta quedar irreconocible»

La mujer de la montaña (Kona fer í stríð) es una comedia muy particular que, sin embargo, resulta perfectamente accesible, gracias a su capacidad para manejar con suavidad sus elementos excéntricos y sus características más convencionales. Con ciertas dosis de melodrama, aventura, intriga y surrealismo, la película narra la lucha de una mujer contra la industria del aluminio en Islandia, cuya actividad amenaza la conservación del medio ambiente.

La protagonista sabotea repetidamente el tendido eléctrico con el fin de frenar el desarrollo de estas empresas y, por ello, es tratada y buscada como terrorista. A pesar del tema, no es La mujer de la montaña una película especialmente reaccionaria, ni creo que su pretensión última sea la de movilizar al espectador en contra del progreso, la globalización o las multinacionales. Más bien, o esa es la lectura que yo hice, es un canto repleto de amor a la naturaleza (y a las raíces culturales ligadas a esta), una carta melancólica y agradecida a un planeta que nos lo ha dado todo (la vida, para empezar) y al que hemos dado la espalda y deformado hasta quedar irreconocible.

Es también una denuncia de la capacidad que tiene el Estado para aplastar cualquier proyecto individual que no le convenga y una reivindicación del derecho del individuo a emplearse en combates quijotescos y batallas perdidas. Es por ello que el film no necesita exponer detalladamente las razones de la protagonista para iniciar su pelea. Sencillamente, lo siente así y debería tener el derecho de luchar por esos sentimientos, aún cuando contravengan los intereses económicos o políticos.

No es intención de la película legitimar actos terroristas o vandálicos. De modo que utiliza diferentes mecanismos para alejarnos de la realidad y recordarnos que estamos ante un relato ficticio. Nos encontraremos así, situaciones y personajes caricaturizados, y estaremos acompañados continuamente por una pequeña banda de música que aportará, además de la banda sonora, algunos buenos momentos cómicos.

Por lo tanto, y dadas las circunstancias, no podemos hablar de La mujer de la montaña como una película optimista. Aunque su talante sí es positivo. Prefiere mostrar la belleza arrebatadora de los paisajes islandeses antes que detenerse en su proceso de destrucción. Es decir, apuesta por transmitir amor a la naturaleza antes que ira hacia la industria.

Benedikt Erlingsson, director de la cinta, logró un reconocimiento importante entre los circuitos independientes con su anterior película y opera prima, De caballos y hombres. La mujer de la montaña conserva, aunque en dosis más controladas, ese gusto por el absurdo y lo extravagante.

Ambas obras contribuyen a engrosar el número de buenas películas que el cine islandés nos ha traído en los últimos años. Véase Rams (2015) de Grímur Hákonarson, Sparrows (2015) de Rúnar Rúnarsson, Corazón Gigante (2015) de Dagur Kári o La vida en una pecera (2014) de Baldvin Zophoníasson.

Por todo lo expuesto considero que, a pesar de contar con una estructura un tanto repetitiva y una historia abordada con extrema sencillez, La mujer de la montaña resulta muy cuidada, entrañable, y con un desenlace capaz de sorprender, sin romper por ello las reglas que establece a lo largo de su desarrollo.


Sinopsis Halla declara la guerra a la industria local del aluminio, que está contaminando su país. Para ello, toma todo tipo de riesgos con el fin de proteger el medio ambiente en Islandia.
País Islandia
Dirección Benedikt Erlingsson
Guion Ólafur Egilsson y Benedikt Erlingsson
Música David Thor Jonsson
Fotografía Bergsteinn Björgúlfsson
Reparto Halldóra Geirharðsdóttir, Jóhann Sigurðarson, Juan Camilo Roman Estrada, Jörundur Ragnarsson
Género Comedia
Duración 101 min.
Título original Kona fer í stríð
Estreno 08/03/2019

Calificación7
7

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Arturo G. Maiso

Viajero y cinéfilo. Director de Marketing en una plataforma de financiación participativa, CEO de AGM Comunicación Multimedia y director de El Cine en la Sombra.

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