LEÓN DE ORO 2019: JOKER DE TODD PHILLIPS

En la actualidad, el Joker ya no es el villano de Batman, sino un antihéroe cuyo enemigo es el sistema. La obra dirigida por Todd Phillips y protagonizada por un colosal Joaquin Phoenix es una invitación al caos contra el capitalismo más feroz y el letargo de la industria cinematográfica. La locura es nuestra salida de emergencia.

Por primera vez en varias décadas, se declara el estado de emergencia en Gotham City. La radio informa a sus habitantes de una ciudad sumida en el caos. Con las ondas radiofónicas de fondo, Arthur Fleck se maquilla en su camerino. Se pinta el rostro con la intención final de hacer reír a un mundo exterior descontrolado. No obstante, su máscara de payaso no le parece lo suficientemente alegre. Sus dedos dejan el pincel cosmético y dos de ellos acaban dentro de su boca. Se estira las comisuras hasta que por fin aparece la deseada sonrisa. Un gesto al límite, que transforma un símbolo de felicidad en otro de desesperación. Sin duda, la mueca icónica de Joker de Todd Phillips, el León de Oro del Festival de Venecia 2019. Una película que más allá de su innegable calidad artística es una crónica oscura y brutal de los tiempos que vivimos. La presidenta del jurado Lucrecia Martel describía la obra de forma inmejorable: «es una reflexión muy valiosa sobre los antihéroes, donde los enemigos no son los hombres sino el sistema.» Un propósito que suele estar alejado de las películas de superhéroes. Lo realmente interesante de Joker es su concepción de los sistemas que ahogan a la sociedad y su invitación a la revolución. El cine de masas como medio directo para desgranar las turbulencias políticas, sociales y culturales contemporáneas. Como se pregunta Arthur Fleck, aunque podríamos ser cualquiera de nosotros: “¿soy yo o el mundo se está volviendo loco ahí fuera?”

Antes de convertirse en Joker, Arthur sube todos los días unas escaleras interminables de camino a su casa. Un esfuerzo agotador que termina de agotar la última energía que le queda en el cuerpo. Él es un trabajador precario con la vocación vital de ser comediante. Para intentar conseguir este objetivo, asiste a monólogos en los que va cogiendo apuntes. Unas notas que no le llevarán muy lejos. Mientras que el público explota en júbilo con cada chiste, él se muestra impasible. Únicamente llega a descubrir sus excéntricas carcajadas cuando los demás callan. Las risas desincronizadas son la certificación de una persona fuera de la sociedad. Pronto se revelará que el protagonista sufre una enfermedad mental que le produce carcajadas incontrolables. Una condición que el cineasta utiliza para analizar cómo se margina hoy en día a las personas diferentes. Asimismo, Arthur asiste rutinariamente a una sesión con su psiquiatra. Una profesional que ni siquiera le escucha, ignorando el sufrimiento de su paciente. Pasividad que se agravará cuando se corte la financiación para este servicio público. Gotham necesita dinero para paliar su crisis de suciedad y violencia en las calles, y sus dirigentes saben quiénes deben ser los primeros damnificados. El capitalismo reconoce perfectamente las diferentes clases. Si este recorte tiene lugar en un ámbito público, el profesional es su aliado para la destrucción de los cimientos sociales. En la compañía de payasos donde trabaja Arthur, sus compañeros ridiculizan la enfermedad de Arthur. Pese a que el único que le entiende es un amigo con enanismo, los demás le tratan como un monstruo. No aceptan que en el fondo son iguales. Una superioridad moral dentro de una misma cárcel obrera con consecuencias trágicas. Otro comediante le dará una pistola a Arthur para que se defienda en las calles, mas en verdad es un regalo envenenado. El goce actual por las actitudes incendiarias. De esta manera, al combinar el olvido de las ayudas sociales y el comportamiento inflamable de los proletarios, el verdadero infierno resulta inevitable. Un sistema que podrá verse en peligro por cualquier mínima chispa, en este caso por la rabia de un antihéroe apolítico y amoral como es Arthur Fleck. Una estructura que obliga a reír y fingir la felicidad, aun infligiendo heridas profundas. Falta un estallido para hacer volar esa tiranía por los aires. Al salir de su oficina, Arthur mira fijamente un cartel en la pared. Este invita a no olvidarse de sonreír. Casi una ofensa personal que un rotulador cambiará a “no sonrías”. Quizá no haya razones para ello.

Cuando Arthur se estiraba las comisuras todo lo posible, sus dedos se acababan escapando y su rostro volvía a la normalidad. Un gesto paradójico que será una de las señas de identidad de Joker, pero que tiene como contrapeso otro realizado por una vecina suya. Este es una imitación de apuntarte a la cabeza con una pistola y volarte los sesos. Un símbolo icónico de la historia del cine, uno que nos retrotrae al de Travis Bickle en Taxi Driver (1976) de Martin Scorsese. Porque la cinta de Todd Phillips no sólo reacciona ante los golpes sociales y políticos perpetrados por un capitalismo feroz, sino también ante los culturales. El estado de emergencia en Gotham es un paralelismo a la situación crítica que vive Hollywood y las películas comerciales. Se ha estandarizado la imagen, la corrección política reina y la inteligencia brilla por su ausencia. Sólo hace falta visionar las películas de superhéroes recientes para desmoralizarse. Un letargo que Phillips, antes director de obras como Starsky & Hutch (2004) y Resacón en Las Vegas (2009), sabe que sólo se puede combatir desde dentro. En Joker hay innumerables referencias, casi desde el resentimiento provocado por el hastío actual, al poder contestatario de la cultura, sobre todo del cine. La película tiene lugar a finales de los setenta, un periodo cuando el cine adulto ofrecía grandes estudios de personajes tan complejos y oscuros como entretenidos. Por ello, no es casual la presencia de Robert De Niro como abanderado de esa etapa. Si Taxi Driver era una influencia directa no lo es menos El rey de la comedia (1982), también de Martin Scorsese. En realidad, Joker es una continuación admirable de esa serie de películas del maestro neoyorquino. Como si no hubiesen, o no debiesen, haber pasado cuatro décadas. De Niro interpreta a un presentador de late night que Arthur siente como un padre, al no tener esa figura en su vida. No se puede ser más cristalina la dualidad paterno filial en la ficción y el relevo que le da De Niro a Phoenix en los altares de la cultura popular. Es tiempo de cambio. Debemos despertar y recuperar el espíritu osado de Scorsese. Mientras las nuevas plataformas nos consumen, la industria cinematográfica no puede permitirse ni un minuto más dejando de lado su compromiso social. Para reforzar este argumento, en Gotham se proyecta Tiempos modernos (1936) de Charles Chaplin, el cineasta al que todo autor debería aspirar a parecerse. Alguien que mejoró el mundo a través de una pantalla.

Hemos planteado múltiples lecturas sobre Joker, pero todavía no hemos mencionado a Batman. Esto se debe a que el filme no va sobre superhéroes, sino sobre la oscuridad de nuestros días. Ser un producto de DC Comics no es su esencia, sino su caparazón para llegar a un fin mayor. Joker es un reseteo del cine comercial reciente, pura anarquía para iniciar un movimiento cultural del que coger el relevo. Una protesta que debe ser colectiva y cuyo principal hándicap es añadir miembros a su causa. Una corriente antisistema a la que primero Alberto Babera programándola en la Competición Oficial de Venecia y luego Lucrecia Martel otorgándole el León de Oro ya se han sumado. El caos ya es incontrolable. La conversación cuando se anunció el proyecto era si Joaquin Phoenix sería mejor Joker que Heath Ledger, pero ese diálogo no tiene sentido. Joker va mucho más allá, su ambición es tan elevada como consciente. Una locura cinematográfica salvada con éxito por la audaz visión de Todd Phillips y un actor simplemente colosal, Joaquin Phoenix. Creo que la película les pertenece a los dos.  Juntos, como no podía ser de otra forma, recogieron el León de Oro. El actor nos regala una actuación inmensa y que será recordará por mucho tiempo. Se puede resumir en que Phoenix consigue elevar la interpretación a la categoría de creador. El mejor halago que se le puede hacer a los trabajadores de su profesión. La expresión máxima de la sublimación del gesto. La demencia de un personaje que es su escalera a la gloria. En resumen, Joker permitirá vivir a las nuevas generaciones de su propio Taxi Driver al igual que recordar a las anteriores que no todo está perdido. Entre la confusión de Gotham, Bruce Wayne todavía es un niño. Hay tiempo para reformular la historia del hombre murciélago. Las llamas y el ruido han llegado a las calles gracias al Joker de Todd Phillips y Joaquin Phoenix. Ahora es tu momento. El mundo está loco, ¿te unirás a su movimiento cinematográfico?

Etiquetas películas intriga

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Carlos Chaparro

Estudió Comunicación Audiovisual, permitiéndole trabajar en su pasión: el cine. Un amor incondicional que nació al descubrir a Patricia y Michel paseando por los Campos Elíseos.

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