El bailarín (2018), de Ralph Fiennes – Crítica

El bailarín (2018)

El bailarín nos hace ver que el arte es más importante de lo que algunos piensan y tiene el poder de cambiar muchos de los anclajes políticos y sociales que malversan los Estados.

Un niño humilde nace en un desvencijado tren a finales de los años treinta del siglo pasado. Frío siberiano que se introduce por cada ranura del vagón, rostros sucios y demacrados denotan una miseria en blanco y negro. Una infancia dura y nómada para alguien predestinado a ser un mito, para una persona que siente que su vida se desarrollará lejos, en Occidente, y que, desde su primera consciencia, rechaza lo que le rodea. Fue al entrar en la ópera con ocho años, por un motivo imprevisto, cuando descubrió la razón de su existencia: el olor, las cortinas de terciopelo y, sobre todo, la lámpara de araña le hicieron convencerse de que su sitio estaba en esos ambientes. Ese niño era Rudolf Nuréyev, hijo de un comisario político del Ejército Rojo y de una campesina, es considerado por muchos el mejor bailarín del siglo XX.

Rebelde, insolente, promiscuo, egoísta y amante del dinero ha encontrado en Oleg Ivenko, el protagonista ucraniano de El bailarín, su fiel alter ego. La frialdad de su carácter y su disoluta conducta son interpretadas con destreza por este también bailarín que no tenía experiencia previa en la actuación. Los demás actores no destacan especialmente, salvo Ralph Fiennes (el también Director), que cambia de registro para encarnar a un flemático profesor. Convence totalmente al ponerse en la piel del maestro de ballet Aleksandr Pushkin de la Academia Vagánova y, más aún, después de haber interpretado papeles tan antagónicos e inolvidables como el del comandante nazi Amon Göth en La lista de Schindler o el de Voldemort en Harry Potter.

Es un biopic más intimista y menos multitudinario que el de Bohemian Raphsody.

La película transcurre en tres momentos de la vida de Nureyev: su niñez, su aprendizaje tardío en la URSS (debido a la Segunda Guerra Mundial) cuando ya tenía diecisiete años y su viaje a París en 1961, en plena Guerra Fría, donde su destino cambiará para siempre. Las variaciones cromáticas en El bailarín alteran la psicología del espectador y son manejadas con maestría por el director para situarnos espacial y temporalmente. El ritmo no es trepidante aunque tampoco lento y se acelera cuando el bailarín decide cambiar su vida, burlando a la temible KGB en el aeropuerto París-Le Bourget, para solicitar asilo político en Francia.

Es un biopic más intimista y menos multitudinario que el de Bohemian Raphsody, por ejemplo, ya que trata una industria más selecta y elitista. De ahí, que la labor de dispersión cultural que se puede conseguir a través del séptimo arte, como herramienta vehicular, es fundamental para lograr que el gran público conozca el ballet, en general, y goce, en particular, de las excelsas habilidades que tuvieron personajes como Nureyev. Además, este film invita a la reflexión y nos culpa de cierto adanismo social mostrándonos a un individuo adelantado a su tiempo que deberían conocer las nuevas generaciones (bisexual, vanidoso y muy seguro de sí mismo en un entorno que se le presenta hostil).

El bailarín nos hace ver que el arte es más importante de lo que algunos piensan y tiene el poder de cambiar, por la vía adecuada (desde las pasiones más elevadas y los anhelos más puros), muchos de los anclajes políticos y sociales que malversan los Estados. En cuanto a los aspectos más técnicos, tiene un buen tratamiento estético e histórico, los actores que llevan el peso son dos, como he dicho antes, y el desenlace es el momento álgido de una obra que, sobrepasando las dos horas, no resulta larga en ningún momento.

El bailarín

Sinopsis Rusia, 1961. Rudolf Nureyev, el bailarín de ballet más grande de todos los tiempos, viaja por primera vez fuera de la Unión Soviética como miembro de la prestigiosa Kirov Ballet Company.
País Reino Unido
Dirección Ralph Fiennes
Guion David Hare
Música Ilan Eshkeri
Fotografía Mike Eley
Reparto Oleg Ivenko, Ralph Fiennes, Louis Hofmann, Adèle Exarchopoulos, Sergei Polunin, Olivier Rabourdin, Raphaël Personnaz
Género Drama
Duración 127 min.
Título original The White Crow
Estreno 01/05/2019

Calificación7
7

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Guillermo Pérez-Aranda Mejías

Soy un escritor romántico con matices quevedescos. Disfruto con lo absurdo del surrealismo y me apasiona encarcelarme en mi castiza torre de marfil, donde desarrollo mi creatividad rodeado de música, de libros, de cine y de lo más selecto de la humanidad huyendo así, en la medida de lo posible, de lo más mundano. Roquero trasnochado y poeta de lo grotesco, he decidido, como si fuera un samurái que se destripa por su honor, entregar mi vida por entero al arte.

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