«Malos tiempos en El Royale es un Cluedo que recuerda en varios momentos al Tarantino de Pulp Fiction y algunas obras de los hermanos Coen»
Desde el Hotel de los Líos (1938) de los Hermanos Marx, este tipo de establecimientos han aparecido con cierta regularidad en la historia del cine: Hotel Transylvania (2012), Hotel Marigold (2011), Gran Hotel Budapest (2014), Four Rooms (1995), Hotel Rwanda (2004), incluso un amable Hotel para Perros (2009). Y esto, solamente entre las películas de primera fila, sin contar el género de terror o los moteles que dan pie a tramas de suspense – como en Psicosis (1960) – o películas de terror parapsicológico, que tampoco han faltado. Y es que, podría decirse, los hoteles son fotogénicos. Drew Goddard lo ha advertido y ha situado en un decrépito y ruinoso hotel esta película de la que es director y, al mismo tiempo, guionista: Malos tiempos en El Royale.
Estamos ante un Cluedo, en que nos encontramos a los equivalentes a la “Señorita Escarlata”, el “Coronel Mostaza”, la “Señora Blanco”, el “Señor Verde”, el “Profesor Ciruela” o la “Señora Pavo Real”. En las habitaciones del Hotel Royale van a coincidir siete personajes similares, cada uno de ellos con su “back pack” de secretos inconfesables, verdaderos réprobos, que, coinciden en las habitaciones en una noche de finales de los 60. Los EEUU viven entonces uno de sus períodos más turbulentos: la guerra de Vietnam está en su peor momento, hay racismo en las calles, las drogas se enseñorean de algunas zonas, las sectas milenaristas parecen emanar de una contracultura que se ha agotado a poco de nacer y con una sociedad aterrorizada por la “Familia del Amor” formada en torno a Charles Manson.
Veremos en ese espacio, devenido en el guion de Goddard, un lugar claustrofóbico y asfixiante, del que parece no haber salida, puertas que se abren y se cierras, pero no en “modo vodevil” sino como un teatro dramático en el que la vida humana parece valer poco. Ninguno de los siete protagonistas es lo que dice ser. Como los réprobos de todas las épocas, también los alojados en el Hotel Royale buscan redención antes de morir, algunos, incluso son perdonables.
Mientras veíamos Malos tiempos en El Royale, hemos recordado las Crónicas del pájaro que da cuerda al mundo, la novela del japonés Haruki Murakami cuyo leit-motiv es: “para engañar a los demás, engáñate a ti mismo”. En este relato, un tipo normal, con una vida normal y unos ideales completamente normales, después de un llamada, empieza a ver como en su entorno aparecen personajes cada vez más excéntricos e irreales, hasta convertir su realidad cotidiana en pura fantasmagoría. Cada uno de estos personajes parece responder a las características de los diseñados por Goddard para cada una de las habitaciones del Hotel Royale.
¿Qué es el Hotel Royale? Un establecimiento situada entre los casinos de Nevada y las luces de Hollywwod, que en los años 40 gozó de cierta fama y a donde fueron a parar todo tipo de profesionales del mundo del espectáculo y de delincuentes que no tenían dinero suficiente para establecerse en el corazón de la meca del cine o bien turistas de pocos medios atraídos por el glamour que se desplegaba en los estudios de las más famosas productoras del mundo. ¿Qué es el Hotel Royale en el tiempo en el que se desarrolla la narración? Un lugar que parece haber quedado fuera del tiempo, en cualquier caso, retrasado a su tiempo y que, en las paredes de cada habitación, rezuman dramas del pasado, perversiones sin fin y todos los síntomas de una crepuscular.
Por una parte, el espía (John Hamm), breve pero intenso al servicio de su jefe J. Edgar Hoover y sus listas negras, una cantante (Cynthia Erivo) contratada por los clubs de Reno (equivalente a nuestro Benidorm), superviviente y modesta, un decrépito reverendo (Jeff Bridges) con intermitentes olvidos de quién es y cual es su nombre. Negociando el tiempo de lucidez para apropiarse de un dinero escondido y robado, las dos hermanas misteriosas, enigmáticas y con secretos familiares (Dakota Johnson y Cailee Spaeny) perseguidas por el líder de una secta (Chris Hemsworth) que, no genera el miedo que se espera de él, sino más bien tedio, y, finalmente, el recepcionista (Lewis Pullman), un hombre atribulado, aparentemente amable y gentil, cuya conciencia está manteniendo un verdadero combate por descubrir los crímenes más abyectos, despreciables y viles que se hayan cometido en aquellas paredes. Y luego, el inefable Shea Whingham…
No todos los personajes están igualmente desarrollados (Pullman, Bridges, Dakota Johnson) que otros que, por errores de casting o por límites en la guionización se quedan cortos o resultan incompletos (Hemsworth). En cualquier caso, todos están al servicio de una buena fotografía y de un guion intrigante. Incluso los ingenieros de sonido han hecho un trabajo perfecto, contribuyendo a centuplicar la tensión de las escenas. Recuerda en varios momentos al mejor cine de Tarantino, especialmente en el hecho de que los personajes no solamente se representan a sí mismos, sino que también son arquetipos de la sociedad norteamericana de los años 60 que estaba solamente unos peldaños por encima de la decadencia actual de aquel país.
Drew Goddard, después de La cabaña en el bosque (2012), en la que ya insistía en algunos de los temas que vuelve a repetir aquí (un lugar con habitaciones en el que cada una de ellas exhala los vahos venenosos de tiempos pasados), había demostrado su buen hacer filmando algunos episodios de series televisivas que han dejado un buen recuerdo (The Good Place [2016] y Daredevil [2015]). Si La cabaña en el bosque era una especie de cubo de Rubbik, esta película sobre el misterio del Hotel Royale es un verdadero rompecabezas en el que, finalmente, sus piezas encajan a la perfección (el recurso más característico utilizado por el mejor Tarantino). No toda la película es regular en su ritmo y en su desarrollo, de la misma forma que, como hemos dicho, no todos los personajes son igualmente atrayentes. Con casi dos horas y media, resulta algo largo y quizás hubiera podido concentrarse el relato. Pero el tono medio está por encima de lo que se suele mostrar en las pantallas.
Malos tiempos en El Royale gustará sobre todo a los amantes del cine del misterio y de los dramas psicológicos, por supuesto, si le gustó el Tarantino de Pulp Fiction (1995) y algunas obras de los hermanos Coen, esta película le remitirá a un producto muy próximo en su concepción, aunque más claustrofóbico. A los cinéfilos les servirá para intentar reconocer las influencias que tiene de otras cintas y de otros directores anteriores. Y si, finalmente, situaciones como las dadas en el juego del Cluedo o en los Diez Negritos de Agatha Christie, le generan una irreprimible atracción nostálgica, no lo dude, ésta es su película de la semana.
Sinopsis Siete desconocidos, cada uno con un secreto, se reúnen en el hotel El Royale, en el lago Tahoe, un sitio ruinoso con un oscuro pasado. En el transcurso de una fatídica noche, todos tendrán una última oportunidad de redención … antes de que todo se vaya al infierno.
País Estados Unidos
Dirección Drew Goddard
Guion Drew Goddard
Música Michael Giacchino
Fotografía Seamus McGarvey
Reparto Chris Hemsworth, Jeff Bridges, Cynthia Erivo, Dakota Johnson, Jon Hamm, Cailee Spaeny, Lewis Pullman, Jonathan Whitesell, Nick Offerman, Mark O’Brien,Manny Jacinto, Bethany Brown, Sarah Smyth
Género Thriller
Duración 141 min.
Título original Bad Times at the El Royale
Estreno 16/11/2018