Hemos asistido a la proyección de dos grandes películas: La importancia de llamarse Oscar Wilde y Buñuel en el laberinto de las tortugas.

Para la crítica, hoy era un día muy especial. Tocaba la proyección de una de las cintas más esperadas dentro de la Sección Oficial, y es que les estamos hablando de La tragedia de Peterloo (Peterloo, 2018) escrita y dirigida por el aclamado Mike Leigh, quien consiguió una gran popularidad internacional en los años 90 gracias a películas como Indefenso (1993), ganadora a los premios Mejor Director y Mejor Actriz en el Festival de Cannes, y Secretos y Mentiras (1996) nominada a cinco premios Oscar y Palma de Oro en Cannes. Evidentemente destacaremos los títulos de su filmografía El secreto de Vera Drake (2004) y Mr. Turner (2014). No vamos a hacer ninguna crítica (se hará en el momento oportuno) pero sí que vamos a contarles una pequeña sinopsis: el film empieza poco después de la gloriosa victoria sobre Napoleón en Waterloo, cuando el descontento social se ha extendido por el Reino Unido. Las clases populares y medias se muestran dispuestas a acabar con los privilegios de las élites. Una serie de acontecimientos que, entre otros, afectan a políticos, trabajadores, jueces, militares, reformistas y periodistas. El 19 de agosto de 1819 una manifestación pacífica de decenas de miles de personas reclamaba en Manchester el sufragio universal y la reforma del sistema parlamentario. La caballería británica cargó contra la multitud provocando numerosos muertos y heridos.

Tal y como nos tiene acostumbrados el señor Leigh, es una película muy cuidada, de excelente fotografía a cargo de Dick Pope, una ambientación exquisita y una densidad que nos deja con la boca abierta. Nos ha parecido que la cinta estaba más interesada en la búsqueda de la eficacia didáctica que en el mismo drama, pero esto ya es harina de otro costal.

Dentro de la Sección Oficial, también hemos podido ver La tragedia de Peterloo (Peterloo, 2018), escrita y dirigida por el aclamado Mike Leigh.

A las 12,30 nos hemos encontrado con la misma disyuntiva, dilema o como quieran llamarlo. En la sala 4 iba a dar comienzo el film Sir (Monsieur, 2018), enmarcado dentro de la Sección Oficial, una cinta coproducida por India y Francia, dirigida por Rohena Gera. A la misma hora, en la sala 1, se esperaba la proyección de La importancia de llamarse Oscar Wilde (The Happy Prince, 2018). Ni la prensa ni el público hemos tenido ninguna duda y hemos optado por la película realizada por Rupert Everett, un actor formado en la prestigiosa Royal Shakespeare Company y la Glasgow Citizen´s Theatre. Los lectores y el público en general lo recordaran por sus interpretaciones en La boda de mi mejor amigo (1997), Un marido ideal (1999) y, El sueño de una noche de verano (1999). La importancia de llamarse Oscar Wilde es su debut en la dirección cinematográfica. Y señores ¡Qué debut! Para sacarse el sombrero. Rodeado de primeras estrellas (Rupert Everett se guarda el papel principal) como Colin Firth (El editor de libros, 2016), Emily Watson (En la playa de Chesil, 2017), Tom Wilkinson (El gran hotel Budapest, 2014) y muchos otros. El guion, escrito por el mismo Everett, funciona de la siguiente forma: Oscar Wilde sale de la prisión después de cumplir la condena de trabajos forzados que las autoridades le impusieron por conducta homosexual. Víctima de la intolerancia de la sociedad inglesa de la época, que le ha arrastrado a la ruina económica, física y anímica, Wilde se exila a Francia. Aquí pasará la última etapa de su vida, intentando recuperar los días de gloria, fama y amor de los buenos tiempos.

Por la tarde nos hemos decidido por el visionado de Buñuel en el laberinto de las tortugas (2019), una maravillosa y perfecta cinta de animación, dirigida por Salvador Simó Busom que nos relata los esfuerzos por filmar un documental sobre la comarca extremeña de Las Hurdes. Un amigo, el escultor Ramón Acín, le promete que le pagara la película si le toca la lotería. Meses después así sucede y Acín mantiene su palabra. Es el punto de partida del rodaje de la legendaria Las Hurdes, tierra sin pan.  Por cierto, dicho pase también se halla enmarcado bajo la Sección Oficial Fuera de Competición, pero sin duda, por lo menos este año, es muchísimo mejor que la Sección Oficial. Hay un abismo entre ambos, por lo menos en lo que se refiere a calidad, interés, aliciente y predilección. Por la tarde los pases eran para el público, aunque, mientras estábamos en la sala nos hemos perdido un coloquio (prensa + público) con Mike Leigh. Lo dicho. Las películas presentadas Fuera de Competición son un auténtico tesoro.