La historia de un chico que lo intentó

El Moderno Sherlock Holmes

«Renunciando a su sonrisa, provoca la risa en todos nosotros. Es así como el pequeño Sherlock Holmes fue verdad dentro del gag más mentiroso de todos, que no es más que la vida»

Hay un viejo proverbio que dice que no esperes hacer dos cosas a la vez y tener éxito en ambas. Así empieza la historia de un chico que lo intentó, de El Moderno Sherlock Holmes, que trabajaba de proyeccionista en un pequeño teatro mientras estudiaba para ser detective.

Desde el principio del film se nos presenta de forma clara la dualidad existente, la realidad y los sueños, el proyeccionista enamorado y con escasa suerte que acabará desdoblándose en un detective. Y es en esos comienzos donde vemos como la primera broma es introducida, porque se encuentra un dólar mientras barre la puerta del teatro y, cuando una chica viene a preguntar por él, le dice que lo describa. Y resulta tan irónico que el primer gag conlleve como trasfondo dolor, una suerte momentánea que desaparece, la lágrima en la risa. Pero así continúa la historia, desarrollándose en una realidad demasiado injusta, intensa, donde lo único que le queda al joven proyeccionista es vivir la vida a través de sus sueños, los cuales se nos muestra posteriormente en un extraordinario desdoble.

Keaton utiliza en esta película el recurso del sueño para presentar una historia paralela, un Sherlock Jr que se adentra en la pantalla literalmente, un personaje que, según Joan M. Minguert es “sacudido por el lenguaje”. Y es aquí donde vemos la fantasía convertida en realidad, es aquí cuando se pierde la línea borrosa entre lo que se quiere tener y no se puede y es entonces donde te das cuenta que el sueño transformado en realidad es el mayor gag que tiene la película, porque no hay nada más gracioso, triste y absurdo que una mentira hecha verdad.

Además, hay una parte de la obra audiovisual en la cual Buster vuelve al cine para proyectar Hearts and Pearls, una película producida por una compañía ficticia denominada Veronal Films. El veronal es un “ácido barbitúrico que se utiliza como somnífero y tranquilizante”. Es decir, la película se nos muestra como una hipnosis colectiva de aquellos que se encuentran en la sala de cine, del propio Keaton, de los espectadores de hoy, ayer y mañana. Es entonces cuando me pregunto si a veces necesitamos ser inconsciente de que los sueños, sueños son, para seguir permaneciendo en una cruel realidad de la que no queremos escapar o para seguir creyendo firmemente que la mentira es verdad.

Ante todo esto, si tengo que destacar algo sería la genialidad del personaje que Keaton acabó construyendo no solo en esta película, sino en gran parte de su filmografía: la neutralidad de un hombre que no sonríe como sello original de uno de los primeros capítulos del cine cómico. Y es así como, renunciando a su sonrisa, provoca la risa en todos nosotros, y es así como el pequeño Sherlock Holmes fue verdad dentro del gag más mentiroso de todos, que no es más que la vida, la tuya, la mía, la de un chico que lo intentó.


Sinopsis Keaton es un proyeccionista que sueña con ser un detective cuando, milagrosamente, se encuentra dentro de la película que está proyectando.
País Estados Unidos
Dirección Buster Keaton
Guion Clyde Bruckman, Jean Havez y Joseph Mitchell
Fotografía Elgin Lessley y Byron Houck
Reparto Buster Keaton, Kathryn McGuire, Joe Keaton, Ward Crane, Erwin Connelly, Jane Connelly
Género Comedia
Duración 45 min.
Título original Sherlock Jr.
Año 1924

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